Larisa Potapova y Olga Kalinnikova en la sala del tribunal, marzo de 2025
Larisa Potapova y Olga Kalinnikova en la sala del tribunal, marzo de 2025
Creyentes de la isla de Iturup declarados culpables nuevamente. Un nuevo juicio resulta en sentencias más severas
Región de SajalínHace seis meses, el Tribunal de la Ciudad de Yuzhno-Sakhalinsk condenó a Larisa Potapova y Olga Kalinnikova a 2,5 años de suspensión por discusiones bíblicas. Ahora, el 29 de octubre de 2025, la jueza Galina Masterkova impuso penas significativamente más duras: 4 años y 11 meses suspendidos para Potapova y 5 años suspendidos para Kalinnikova.
El nuevo juicio significó que las mujeres tuvieron que volar a Sajalín nuevamente para defender su derecho a la libertad de religión. Olga admite: "En una situación de enjuiciamiento penal, hay poco que podamos controlar. Lo único que podemos y debemos hacer es ser cristianos".
Para ambas mujeres, el proceso penal de años ha traído dificultades adicionales. Larisa Potapova, de 61 años, vive y cuida a su anciana madre. "La primera búsqueda fue en 2019. Fue difícil para mí: mi presión arterial se disparó; Tenía dolor de cabeza. Durante la segunda búsqueda, mi madre se sintió enferma", recuerda. En la corte, Larisa no se declaró culpable de extremismo y declaró: "Soy creyente. Amo a Dios y amo a la gente, y no hay una sola víctima en este caso".
Olga Kalinnikova, de 48 años, ha trabajado en una estación sísmica en Kurilsk durante más de 25 años. Ella está criando sola a una hija menor de edad y también cuida a sus padres ancianos.
Kurilsk tiene una población de unos 2.000 habitantes, y la gente se conoce bien. "Cuando nuestro caso penal se publicó en el periódico local, algunas personas dejaron de saludarnos, mientras que otras comenzaron", señaló Olga. Ella admite que las audiencias judiciales no son la parte más difícil: "Es doloroso ver cómo mis padres se preocupan y envejecen por eso. No poder viajar también es difícil. Tienes que pedir permiso para todo. Y está el estrés por el trabajo".
Según Potapova y Kalinnikova, sus seres queridos y amigos las ayudaron a soportar la segunda prueba con resiliencia. "Sentí que me llevaban en los brazos de alguien", compartió Olga. "Estoy agradecido de que cada día traiga razones para regocijarse, y hay mucho bueno. No tengo miedo del futuro y me siento en paz".


